Acerca de las vacunas

Sí existen medidas para ayudar a niños y adultos a protegerse de las enfermedades. Estas medidas son las tradicionales: lavado frecuente de manos, evitar el contacto con personas enfermas o con sus secreciones (tos, estornudos, excremento); evitar llevar a los niños a la escuela o guardería si se encuentran enfermos, dar líquidos abundantes, etc.
Sin embargo, desde que Edward Jenner en 1796, desarrolló la primera vacuna al escuchar atentamente el comentario de una joven mujer: Yo no voy a enfermarme nunca de viruela porque estoy vacunada (esto era en razón a que la muchacha se dedicaba a ordeñar a las vacas), el desarrollo de vacunas para muchas enfermedades ha avanzado muchísimo, aunque aún falta más por hacer.
La viruela, que la mayoría de las personas ha olvidado, acabó con la población autóctona del Continente Americano, cuando los conquistadores europeos la trajeron con ellos.
La poliomielitis, casi ha desaparecido de la faz de la Tierra, gracias a las vacunas desarrolladas por los Doctores Sabin (vacuna oral) y Salk (vacuna intramuscular). Gracias a esta vacuna, ya no vemos a niños y adultos con parálisis muscular o secuelas de esta enfermedad.
Así podemos hablar de muchas otras vacunas, hasta llegar con la última que ya está disponible que es la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano, causante del cancer del cuello de la matriz.
A los niños ni a los papás se les obliga a aplicar las vacunas; los papás saben que con las vacunas sus hijos evitarán padecer las enfermedades para las cuales se están protegiendo.
No hay un solo caso que relacione el uso de una vacuna con autismo; incluso la Suprema Corte de Estados Unidos, ya desechó todos los casos que se habían interpuesto.


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